domingo, 6 de octubre de 2013

Metamorfosis


Gregorio fue corriendo al cuarto de baño para mirar en qué se había convertido exactamente.
Y observó sorprendido su rostro reflejado en el espejo, el cual era el mismo que observaba cada mañana, el mismo cuarentón canoso y arrugado de siempre.
Por lo que pensó que aquel cuerpo que vio en la cama era obra de su imaginación.
Entonces, Gregorio, decidió olvidar el tema y seguir su rutina. Tras unos minutos se dio cuenta de que llegaba tarde al trabajo, así que con mucha prisa fue al dormitorio a vestirse. Pero él seguía viendo patas en vez de piernas y manos y un vientre oscuro en vez de una simple barriga, aunque pensaba que era sólo su imaginación. Con mucho trabajo se abrochó los botones de la camisa, y se puso sus preciados pantalones vaqueros, prendas que al poco tiempo acabaron rotas por la presión, Gregorio empezó a ponerse nervioso, pues no sabía lo que estaba pasando, ¿sería real aquello que veía? No tenía tiempo para pensarlo, pues su jefe de trabajo, Don José Luis, no le  pasaba ni una, y era capaz de despedirlo por unos simples minutos de retraso, entonces con sus prendas destrozadas y su maletín de trabajo salió al garaje para coger su coche e irse lo más rápido posible a la oficina dónde trabajaba, de camino al trabajo se vio reflejado en el espejo del retrovisor de su coche, y volvió a ver su cara de siempre cosa que le tranquilizó un poco. Aparcó el coche en el primer sitio que vio  y cuando salió del coche, una mujer que pasaba por su lado salió corriendo y gritando aterrorizada, al igual que todas las personas que pasaban a su alrededor, Gregorio ignoró lo ocurrido pues solo pensaba en la bronca que le iba a echar su jefe. Consiguió entrar en la oficina y todos sus compañeros salieron corriendo y gritando: -¡cucaracha!
Entonces Gregorio empezó a pensar que era a él a quien se referían, y empezó a preocuparse.
Fue a su sitio de trabajo e intentó mantener la calma.
Se le acercó su jefe, Don José Luis, y le dijo:
-¿te ha gustado mi regalo?

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